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RADIOACTIVE BETRAYAL

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Synopsis
Radiactive Betrayal La radiación alteró la realidad... pero lo peor aún está por venir. Velkan es una ciudad atrapada en el silencio de una guerra que nadie ve. Entre ruinas y sombras, un grupo de jóvenes descubre que su hogar está en la mira de fuerzas desconocidas. Robots avanzados, seres con habilidades imposibles y una red de traiciones los arrastran a una batalla donde la lealtad se paga con sangre. Ryan desapareció sin dejar rastro. Cuando despierta, está en un laboratorio secreto... cambiado, mejorado, convertido en algo que nunca pidió ser. Mientras sus amigos buscan la verdad, descubren que la amenaza no solo viene del exterior: el enemigo está más cerca de lo que imaginan. Las ciudades vecinas tienen sus propios planes. El gobierno los vigila. Y dentro de ellos mismos... algo comienza a despertar. Cuando la traición es la única constante, ¿en quién confiarás cuando todo se derrumbe?
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Chapter 1 - El último día normal

El profesor Mario se apoyó en el escritorio mientras observaba a sus alumnos. La clase estaba por terminar, y con ella, cerraba un ciclo en la vida de aquellos jóvenes que habían crecido en la ciudad de Velkan, un lugar único rodeado por tres bosques y un río cristalino que delineaba su frontera natural.

—Antes de despedirnos, quiero recordarles algo —dijo con su voz pausada y firme—. Nuestra ciudad es un equilibrio entre la naturaleza y la tecnología. Al norte, el Bosque Sombrío, donde los árboles más altos ocultan el sol y el viento silba entre sus hojas. Al oeste, el Bosque Celeste, donde las copas de los árboles parecen tocar el cielo y el canto de los pájaros llena el aire. Y al sur, el Bosque Carmesí, donde los árboles de hojas rojizas nunca pierden su color, incluso en invierno.

Un día más. Un momento que vuelve a mi mente una vez más: el día en que se decidió lo que es ahora

la ciudad de humanos que, con cada año que pasa, se vuelven más ajenos al mundo que los rodea.

No logran encontrar la riqueza que ofrece la naturaleza,

Los alumnos escuchaban con atención, algunos con nostalgia, otros con impaciencia.

—Y no olvidemos el río Darel, que fluye desde las montañas hasta la ciudad, dividiéndola del mundo exterior. Su corriente nunca se detiene, como el tiempo mismo.

El profesor sonrió con calma

Y no olvidemos a

> "Cresthaven, con sus bosques y colinas llenas de vegetación,

un lugar donde el alma se llena de admiración.

Un pueblo que, en tiempos de problemas,

no se queda callado ni espera que otros resuelvan.

Su gente guarda misterios,

la promesa de nuevas aventuras,

y un susurro de felicidad que te recuerda

que estás vivo."

El profesor sonrió y miró a sus estudiantes por última vez.

—Hoy es nuestra última clase juntos. No olviden lo que aprendieron aquí. Ahora váyanse a casa y disfruten el futuro que les espera.

Los jóvenes se despidieron entre bromas y abrazos. Ryan observó a Erik, su hermano menor, pero este se desvió con un grupo de amigos.

—Nos vemos en casa —le dijo sin voltear.

Ryan suspiró y giró las ruedas de su silla con determinación.

Mientras tanto en el pueblo

Los jefes de seguridad del pueblo

El jefe de seguridad convocó a su equipo:

—Llevamos tres meses buscando a la niña perdida, pero no perdamos la esperanza. Pensemos en su madre y su familia. Descansen bien esta noche, y mañana buscaremos con renovadas fuerzas.

La Noticia

Al llegar a casa, su madre, Claire, lo recibió con una sonrisa que no podía ocultar la emoción.

—Ryan, tu padre consiguió el dinero para la operación —dijo con los ojos brillantes—. En quince días, podrás caminar otra vez.

El corazón de Ryan se aceleró. Toda su vida había soñado con levantarse de esa silla. Desde aquel accidente cuando tenía nueve años, cada día había sido una lucha contra la impotencia. Pero ahora... ahora todo cambiaría.

—¿En serio? —preguntó con la voz temblorosa.

Claire asintió.

—Lo hemos estado planeando por mucho tiempo. Solo falta esperar.

Ryan sonrió. No podía creerlo. Por fin dejaría de estar atrapado en aquel cuerpo inmóvil.

Erik llegó tarde esa noche.

—¿Dónde estabas? —preguntó Ethan, su padre.

—Jugando con mis amigos... —respondió Erik sin importancia.

—No lo vuelvas a hacer. Si llegas tarde otra vez, quedarás castigado.

—Sí, lo sé —dijo Erik, rodando los ojos.

Ryan no prestó mucha atención. Su mente estaba en otro lugar, en un futuro donde caminaría nuevamente.

Los Sonidos de la Noche

Esa noche, Ryan se quedó despierto más tiempo de lo habitual, contemplando la ciudad desde su ventana. Velkan tenía un aire diferente por la noche.

El Bosque Sombrío se volvía un mar de sombras profundas, donde el viento parecía arrastrar susurros desconocidos.

El Bosque Celeste, en cambio, brillaba bajo la luz de la luna, con pequeñas luciérnagas flotando entre los árboles como estrellas caídas.

El Bosque Carmesí mantenía su aura cálida, como si el rojo de sus hojas fuera un reflejo de brasas dormidas, y el sonido de los insectos nocturnos creaba una melodía hipnótica.

Más allá, el río Darel reflejaba la ciudad como un espejo roto por las corrientes. Su murmullo constante era un recordatorio de que todo seguía su curso, sin importar lo que pasara.

Ryan sonrió. En quince días, podría recorrer esos lugares con sus propios pies.

No podía esperar más.

En el bosque

Margaret, una exatleta de élite, se reunía en secreto con Benjamin, un excéntrico artista.

Cresthaven ocultaba muchos secretos entre sus árboles, y ellos eran solo uno más.

Una Mañana Como Cualquier Otra

El amanecer trajo consigo la rutina. Ethan, como cada día, se levantó temprano para comprar pan.

Al salir de casa, notó que, al otro lado de la calle, otra madre esperaba al panadero. Sus miradas se cruzaron por un instante, pero ninguno pareció reconocer al otro, como si fueran simples sombras en la vida del otro.

El panadero siguió su ruta, entregando su mercancía de puerta en puerta.

En Velkan, el sistema económico era diferente. Los ciudadanos pagaban por la comida cada tres meses, un sistema avanzado que evitaba el uso de monedas en el día a día. La gente simplemente recogía sus provisiones sin preocuparse por el dinero en el momento.

Todo parecía normal.

Pero en quince días, todo cambiaría para la ciudad

Ryan y sus amigos

—¿Y bien? —preguntó Ryan—. ¿Qué aventuras planeamos para las vacaciones?

—¡Todo está listo! —anunció Moisés—. Pero no creo que puedas venir con nosotros la primera semana.

Sofía lo interrumpió:

—Es verdad, Ryan. No puedes entrar al bosque con tu situación. Es demasiado peligroso.

Ryan, confundido pero amable, respondió:

—Está bien, los entiendo. Pensé que pasaríamos el primer día juntos, pero esperaré al segundo.

Lilian bajó la voz, algo avergonzada:

—De hecho… no estaremos disponibles toda la semana. Queremos explorar sin que nos atrapen. Lo siento.

Ryan suspiró, pero sonrió.

—No se preocupen. Solo tengan cuidado.

A pesar de que sus amigos lo habían dejado en casa, Ryan no podía dejar de pensar en su operación. Cada día en la silla de ruedas se le hacía eterno, pero ahora solo tenía que aguantar un poco más. En menos de 15 días estaría en la sala de operaciones y después, si todo salía bien, volvería a caminar. Esa idea lo mantenía ilusionado, aunque todavía le dolía mirar su reflejo y ver su condición.

Mientras tanto, su hermano Erik había pasado el día entero viendo televisión, sin preocuparse por nada más. La tarde cayó lentamente, y poco después, sus amigos llegaron a visitarlo.

LILIAN: —¡Hola, Ryan! ¿Cómo estás?

RYAN: —¡Me alegra verlos de nuevo!

MOISÉS (abrazándolo): —¡Sí, a nosotros también! ¿Cómo vas?

SOFÍA: —Hola, Ryan. Te noto muy alegre, ¿qué pasó?

CARLOS: —Qué bueno verte más feliz. Ya veo que no solo nosotros estábamos esperando las vacaciones.

DAVID (dejándose caer en el suelo junto a la silla de Ryan): —¿Qué hay, Ryan? Estoy cansado, préstame la silla un rato, ¿no?

RYAN (riendo): —Claro, David, por supuesto.

Ryan los miró a todos con emoción. Había estado esperando este momento todo el día.

RYAN: —De hecho, quería decirles en la mañana, pero pensé que llevaban prisa… pero bueno, ahora sí se los digo. Mis padres me dijeron que me operarán en menos de 15 días. ¡Estoy muy feliz! En un mes ya podré caminar de nuevo, no tienen idea de lo feliz que estoy.

LILIAN: —¡Eso es increíble, Ryan! Me alegro mucho por ti.

DAVID: —¡Qué bien! Suena genial. Aunque ahora que lo pienso… ¿puedo quedarme con la silla de ruedas cuando ya no la necesites? —bromeó, haciendo que todos se rieran.

CARLOS: —Me alegra mucho por ti, Ryan.

SOFÍA: —¡Genial! Te felicito. Ya era hora de que las cosas buenas te llegaran.

MOISÉS (abrazándolo fuerte): —¡Increíble! Pronto estaremos caminando juntos otra vez. Al final de estas vacaciones vamos a correr en las montañas, ¡qué emoción!

Ryan sonrió, sintiéndose afortunado de tener amigos como ellos.

RYAN: —Gracias, amigos. Pero ahora cuéntenme, ¿cómo les fue en su investigación?

Los rostros de sus amigos cambiaron un poco. Sabían que lo que estaban haciendo era peligroso, pero al mismo tiempo, la adrenalina los mantenía motivados.

SOFÍA: —Pues… fue como esperábamos. La zona restringida del bosque es difícil de pasar.

MOISÉS: —Sí, pero una vez encontremos el punto débil en la seguridad, será pan comido.

CARLOS: —Hemos estado observando los patrones de vigilancia. Nos turnamos para revisar los movimientos de los guardias, pero hasta ahora no hemos visto un patrón claro. Tendremos que seguir vigilando esta semana.

DAVID: —A menos que Moisés quiera probar otra de sus "brillantes" ideas para entrar...

MOISÉS (ofendido): —Oye, mis ideas siempre tienen potencial...

LILIAN: —Sí, potencial de hacernos descubrir.

Todos se rieron. Ryan los miró con emoción. Aunque no podía acompañarlos en persona todavía, sentía que de alguna forma ya formaba parte de la aventura.

RYAN: —Suena como si fuera difícil, pero si alguien puede lograrlo, son ustedes. Solo tengan cuidado, ¿sí?

MOISÉS: —Tranquilo, Ryan. Somos profesionales...

CARLOS: —Eso es lo que dice alguien justo antes de arruinar todo.

Los chicos siguieron conversando un rato más, planeando sus siguientes movimientos. Mientras tanto, la noche cayó sobre la ciudad, y Ryan miró por la ventana, imaginando el momento en que por fin pudiera correr junto a sus amigos en las montañas.

Cuando la conversación llegó a su fin, los amigos de Ryan comenzaron a despedirse.

Lilyan se estiró con un suspiro. —Bueno, chicos, mañana nos vemos. Descansen.

—Sí, tenemos que estar atentos a la seguridad del bosque —añadió Sofía mientras acomodaba su mochila al hombro.

—Espero que pronto podamos entrar —dijo Carlos con emoción—. Me muero de ganas por ver qué hay allí dentro.

David, quien aún estaba sentado junto a la silla de ruedas de Ryan, se levantó con pereza. —Sí, sí, pero mañana hablamos más de eso. Ahora a dormir.

Moisés le dio un último abrazo a Ryan antes de seguir a los demás. —Nos vemos mañana, hermano. Descansa y no pienses tanto en lo que viene.

—Sí, sí, descansa —agregó Sofía—. Pronto estarás corriendo con nosotros.

Ryan sonrió, pero cuando los vio alejarse por la calle, su expresión se ensombreció.

Al entrar a su casa, saludó brevemente a su madre y hermano antes de irse directamente a su habitación. Se recostó en su cama, mirando el techo, sintiendo una mezcla de emoción y desesperación.

Sus amigos hablaban de cómo habían pasado el día explorando el bosque, descubriendo cada rincón, desafiando las reglas. Y él… él solo podía escucharlos, atrapado en esa silla.

Sabía que en menos de quince días sería operado. Sabía que pronto podría volver a caminar. Pero la espera era insoportable.

—No aguanto más —susurró en la oscuridad de su cuarto.

Cerró los ojos con frustración, apretando los puños. Había tenido muchas noches como esta, noches en las que su rabia lo consumía. Pero esta vez era diferente. Esta vez la promesa de volver a caminar era real.

Finalmente, agotado de tanto pensar, cayó en un sueño inquieto.

La noche cubría Cresthaven, Velkan y Eclipserra con su manto estrellado.

Las calles se silenciaban, solo interrumpidas por el lejano murmullo del río y el susurro del viento entre los árboles.

Arturo Navarro caminaba con pasos tranquilos por una calle poco iluminada. Se detuvo unos segundos en una esquina, ajustando su chaqueta.

Al otro lado de la calle, Margaret Sinclair también se detuvo un momento, mirando la noche como si estuviera perdida en sus pensamientos.

Ambos no intercambiaron palabras, solo una breve mirada antes de seguir su camino.

Arturo llegó a su casa, donde Victoria Alarcón lo esperaba en la puerta, dándole la bienvenida con una sonrisa.

Margaret, por su parte, entró en su hogar donde Tomás Sinclair ya estaba acomodado en la sala, hojeando un viejo libro.

La ciudad dormía. Pero, en su silencio, guardaba secretos.

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