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Chapter 2 - Capítulo 02: Un joven maestro no abandona a su madre

La carta ardía en sus manos como una llama de justicia celestial. Luke la había leído tantas veces que empezaba a sospechar que traía hechizos ocultos para controlar su mente. O tal vez solo estaba muy emocionado. Era difícil saberlo. Las emociones de un cultivador a veces se confundían con tribulaciones internas.

Entró al salón como si regresara de una campaña de diez mil años. Su madre, Elizabeth, lo miró desde el sofá con una taza de té y la mirada de quien ya no sabe si su hijo necesita terapia.

—Mamá —dijo Luke, con la voz solemne de quien está por liberar una técnica prohibida—. Me han contactado… los de la secta.

—¿Otra vez con tus cosas de novela china, cariño? —preguntó Elizabeth sin alzar la ceja.

—¡No es una novela! ¡Es real! Hogwarts existe. Es una secta de magos, antiguos cultivadores que usan energía espiritual refinada. ¡Y me han elegido a mí!

Elizabeth suspiró. Un suspiro que acumulaba años de paciencia maternal, frustración existencial y un poquito de resignación.

—Luke… cariño… tú sabes que te amo, ¿verdad? Pero ya dijimos que ibas a dejar de ponerle nombres raros a las cartas de spam.

—¡No es spam, madre! ¡Era una lechuza! ¡Una bestia mensajera! ¡Voló directo a nuestra ventana! Casi destruye la maceta de tu ficus, y eso es claramente un augurio de gran destino.

—¿Quieres decir… que una lechuza te trajo una carta que dice que eres un… mago?

—¡Discípulo! ¡Discípulo externo de la secta Hogwarts! Ya lo sabía. Desde el incidente con el aura del carnicero, supe que este plano estaba lleno de misterios ocultos. Pero ahora… ahora tengo pruebas.

—¿Y qué dice esa carta exactamente?

Luke se aclaró la garganta y recitó como un erudito recitando una inscripción del Palacio del Loto Celestial.

—"Estimado señor Smith, tenemos el placer de informarle que ha sido aceptado en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería…" ¡¿Lo ves?! ¡Magia! ¡Hechicería! ¡Claramente cultivadores disfrazados! Esto es una prueba irrefutable de la existencia de una secta arcana que ha ocultado su poder durante siglos.

—¿Y eso qué significa? ¿Te vas a ir? —preguntó Elizabeth, bajando la taza lentamente.

 

—Voy a hacer hasta lo imposible para no abandonar esta casa sin ti. No me iré a una secta sin llevar a mi protectora. ¡Una secta sin madre es una sentencia de muerte! ¡Una vida sin raíz espiritual, condenada al desvío del Dao!

Elizabeth frunció el ceño. Su taza tembló un poco.

—Voy a hacer todo lo posible, hasta desafiar a los Ancianos de la Secta, si es necesario, pero no pienso dejarte atrás. Mamá… quiero que vengas conmigo.

—¿Luke… tú estás bien?

—¡Nunca estuve mejor! Estoy dispuesto a todo. ¡He leído los registros! Siempre que el protagonista se va, lo pierde todo. Yo no voy a cometer ese error. Eres mi raíz espiritual. Sin ti, el Dao se me desviaría.

—Cariño, eso no es una palabra real.

—¡Claro que lo es! El "Dao" es el camino. El sentido. La ley del cielo. ¿Cómo voy a alcanzar la Ascensión si dejo a mi madre?

Elizabeth se le quedó mirando. No con burla. Con esa mezcla de ternura y ligera desesperación que solo una madre conoce.

—Luke, yo… agradezco que me quieras llevar. Pero… esto suena muy, muy poco creíble. ¿Magos? ¿Secta Hogwarts? ¿Lechuzas mensajeras?

Luke sacó la carta, aún con el lacre, y la extendió como si ofreciera una reliquia sagrada.

—Aquí está. Una lechuza —una bestia mensajera, si vamos a ser específicos— la trajo. ¡Me buscan! ¡Reconocieron mi talento espiritual sin que yo hiciera nada! ¡Es evidente que mis talento ha sido captado por ellos!

—¿Una lechuza?

—¡Sí! ¡Voló directo a la ventana! ¡Casi destruye tu maceta de lavanda, lo cual claramente fue una señal de que el Clan del Té con Lavanda debe ascender!

Elizabeth respiró hondo, tratando de reunir paciencia.

—Luke… eso no prueba nada, además, no somos un clan, incluso si lo fuéramos, por favor elije otro nombre.

—¡Entonces observa!

Se levantó de golpe, empujó la mesa con la palma abierta y pronunció:

—Me obligas a usar mis técnicas ocultas.

Y antes de que su madre pudiera decirle que no destruyera otra lámpara, Luke se sentó en medio de la sala, cruzó las piernas y comenzó a levitar. Unos centímetros. Pero levitación al fin y al cabo.

Elizabeth se atragantó con el té.

—¡LUKE!

—Esto es solo el principio.

Extendió la mano. Una cuchara tembló, flotó, y luego salió disparada directo al jarrón familiar.

—¡MI JARRÓN!

—Aún me falta dominar la técnica del control direccional, pero ¡mira esto!

Encendió el televisor con un gesto.

—Eso tiene control remoto —dijo Elizabeth, con una ceja arqueada.

—Sí, pero no usé el control. ¡Lo hice con Qi!

—¿Seguro?

—¡Te juro por el Gran Ancestro Hendrix que fue energía espiritual!

Elizabeth se sentó. Y luego se levantó. Dio vueltas. Luego se volvió a sentar.

—¿Desde cuándo puedes hacer eso?

—Desde hace años. Lo que pasa es que siempre decías "Ay, este niño está en su mundo", así que nunca tomaste en serio mis avances en la cultivación.

Elizabeth lo miró como si lo viera por primera vez.

—Yo creí que estabas... jugando, o poseído.

—¿Me ibas a exorcizar? Bueno, el padre me caía bien, lástima que fue llamado para que regrese a su secta. Tampoco volví a ver al monaguillo, seguro su talento también fue reconocido.

—Ah… sí…

—¿Y la vez que hablaste con una roca durante tres días?

—¡Era una piedra sabiduría! ¡Lo que pasa es que tú no percibes su voz porque tu mar de conciencia está sellado!

Elizabeth puso una mano en el pecho, como si la acabaran de insultar en chino antiguo. Ella recuerda que eso fue luego de que se comiera una hierva en la casa de su amigo. Y ella esperaba con todas sus fuerzas que eso no fuera suficiente para abrir su mar de conciencia o lo que sea, o este mundo estará acabado.

Finalmente, tras una hora de demostraciones (y dos lámparas rotas), Elizabeth se rindió.

—Está bien. Si esto es real… entonces yo también iré contigo. No pienso dejar que te vayas solo a una escuela llena de… magos… y niños con cicatrices proféticas. ¡Yo también aprenderé magia!

—Sí. Pero si es una secta, entonces deben tener clanes, familias poderosas, jóvenes maestros arrogantes con técnicas secretas y nombres largos. Si no me preparo, seré un don nadie.

Elizabeth levantó una ceja.

—¿Entonces qué vas a hacer?

—¡Forjar mi identidad como joven maestro!

Luke se dirigió a su habitación como quien marcha al campo de batalla. Abrió su baúl secreto (una caja de galletas de metal) y sacó sus pertenencias sagradas: una túnica vieja, un cinturón de cuerda, una pluma que había encontrado en el parque, y su cuaderno de tapas duras con el título "Manual del Cultivador para Sobrevivir ".

—Desde ahora —declaró—, me llamaré Luke TianLong Heaven-Smith, tercer hijo del Clan Celestial del Té con Lavanda. Cultivador del Sendero de la Lógica.

—¿De verdad crees que nadie va a cuestionar ese nombre? —preguntó ella.

—Con autoridad y un poco de arrogancia, madre. Nadie osa interrogar a un Joven Maestro —afirmó Luke, practicando una inclinación de cabeza regio.

Elizabeth, desde la puerta, lo observaba entre fascinada y horrorizada.

Esa noche, mientras Luke perfeccionaba su postura de joven maestro delante del espejo y practicaba frases como "Este joven maestro desprecia tus palabras" o "Insolente, ¿te atreves a ofender al Clan del Té con Lavanda?", Elizabeth se quedó aturdida, no podía creer que a su hijo le gustara tanto cortejar a la muerte.

Y entonces ocurrió lo inevitable.

Días después, Luke decidió observar más de cerca a aquel niño del que tanto sospechaba. Lo había visto una vez en el parque. Gafas redondas, cicatriz profética, expresión de trauma reprimido. Claramente, el protagonista de este plano.

Luke se trepó a un árbol cercano a su casa y usó unos binoculares de juguete que había imbuido con "visión espiritual".

—Ese es… él. El MC. Harry Potter.

Y como para confirmar su sospecha, la casa del niño estaba rodeada de lechuzas.

—¡Lo sabía! ¡Está acumulando técnicas por correspondencia! ¡Las bestias mensajeras lo reconocen como su señor! ¡Tiene que ser el elegido!

En su cuaderno escribió:

"Día 4 de observación. Confirmado: lechuzas constantes. Aura de protagonista, familia disfuncional, sin padres. Nivel de destino: 97 sobre 100. Conclusión: evitar contacto hasta tener fundación sólida."

Volvió a su casa corriendo, hizo cinco flexiones de poder para estabilizar su Qi y quemó incienso improvisado (una rama de romero).

—¡Debo entrenar más! Si quiero sobrevivir, necesito una técnica de escape y al menos una técnica divina de ataque.

Elizabeth se le acercó con una bandeja de galletas.

—Cariño, deja ese palo, vamos que te compraré uno de madera para que juegues mejor.

—Ya ma! Pero no estoy jugando!

La Profesora McGonagall

Y entonces, la profesora Minerva McGonagall apareció.

No llegó volando ni transportandosex. Simplemente golpeó la puerta con los nudillos y se presentó como una señora estricta con sombrero puntiagudo y energía de directora de internado escocés.

—¿Luke Smith?

Luke la miró con desconfianza.

—¿Quién pregunta?

—Profesora McGonagall, vengo del Colegio Hogwarts.

La profesora era alguien seria y no de muchas palabras. Concluyó que era mejor ir al grano. Así, sacó su varita para transformar la alfombra que había en la sala en una tortuga.

Elizabeth abrió los ojos.

—¡Entonces es verdad!

—Sí, señora Smith. Su hijo tiene aptitudes mágicas excepcionales.

Luke se irguió con elegancia y dio un paso al frente.

—Este joven maestro recibe a la venerable anciana con respeto.

McGonagall frunció el ceño.

—Soy la profesora McGonagall.

—Ah… claro. Los títulos varían según el plano. Comprensible.

—¿Cómo?

—No se alarme, anciana del Dao. Así se habla en mi clan.

—¿...Qué clan?

—El Clan del Té con Lavanda, por supuesto.

McGonagall decidió ignorar ese detalle y fue al grano.

—Estoy aquí para explicarte lo de tu carta.

—¡Oh! Mi carta de aceptación a la secta Hogwarts.

Luke estaba feliz, y utilizó sus habilidades para hacer levitar algunas cosas que habían a su alrededor.

Eso hizo que McGonagall se quede anonadada. Solo manos muy jóvenes que no son capaces de controlar sus emociones o magos muy hábiles en el control de su magia eran capaces de realizar hechizos sin varitas.

Pero alguien de once años no entra en ninguna de esas dos categorías.

—Luke, Hogwarts es una escuela para magos. No una secta. Pero lo que haces… eso es muy raro. ¿Cómo aprendiste?

—Por iluminación espontánea —dijo Luke, con seriedad—. Y mucho ensayo. Practiqué hasta levitar el espíritu de mi tetera.

—¿Sin ayuda de varita?

—¿Varita? Bueno, sí.

Luke asintió, no sabía que era una varita, pero era un hecho que lo había logrado sin ninguna clase de soporte.

McGonagall tomó aire. Aquel niño acababa de derribar años de teoría pedagógica con facilidad, todo a base de esfuerzo.

Si, ese era el lema de Luke, esfuerzo. Aunque no tuviera pensado vestirse spandex verde, por suerte para los ingleses.

—Eso no debería ser posible…

—Lo es —respondió Luke, con sonrisa cultivada, no tenia idea de que no se supone que no debería ser posible, pero igual debía afirmarlo.

—Tus habilidades… son excepcionales. Solo Dumbledore podría haber hecho algo así a tu edad. Tal vez.

—¿Dumbledore?

—Es el mago más poderoso que existe.

—Ya veo… ¿Entonces puedo llevar a mi madre?

Aunque no había mostrado todas sus técnicas, siempre es bueno guardar un as bajo la manga.

McGonagall lo miró con suavidad.

—Me temo que no. Solo los alumnos pueden ingresar como internos.

Luke cerró los ojos.

—Entonces… ¿le parece si hablamos por un momento?

Y comenzó el duelo verbal más extraño que McGonagall haya tenido en su vida.

Él sabía que si talento solo no era suficiente, tenía que encontrar un punto de quiebre. Era hora de pescar información.

Luke se cruzó de brazos, enderezó la espalda y miró fijamente a la profesora.

—Entonces… hay un secta de magia, con lo que ustedes llaman magos. Y nadie lo sabe.

McGonagall asintió, cortante.

—Así es. El Estatuto del Secreto nos protege.

Luke se inclinó ligeramente hacia ella.

—¿Por qué? Si pueden hacer magia, podrían controlar a cualquiera. ¿Por qué esconderse?

McGonagall inspiró hondo, ya anticipando lo que se avecinaba.

—Hace siglos, durante la Caza de Brujas, muchos inocentes murieron. Gente con magia fue perseguida y ejecutada. Para sobrevivir, se decidió desaparecer a ojos de los muggles.

Luke entornó los ojos, midiendo sus palabras con precisión.

—¿Y por qué ya no los persiguen? No me diga que los muggles se volvieron más tolerantes de repente.

McGonagall arqueó apenas una ceja.

—No. Ya no nos persiguen… porque no saben que existimos.

Luke sonrió, pero sin humor.

—Exacto. No hay caza porque no hay brujas a la vista. Ocultarse sigue siendo para protegerse.

Él no pudo evitar sentirse un poco decepcionado. Se supone que Hogwarts era una secta poderosa fuera del mundo secular, pero él resultado era que eran tan débiles que simples mortales los tenían bajo la mano. Claro, el respetaba a los humanos normales, sabía lo realmente poderosas que podian llegar a ser sus armas.

No es una exageración pensar que podrían acabar con la vida en la tierra con tal solo un botón. Pero aun así, no era tanto lo que esperaba.

Luke, sin embargo, no se deprimió por mucho tiempo.

Todo mundo tiene un inicio, un pico y una era de decadencia. El hecho de que acá los cultivadores sean tan débiles solo quería decir que estaba o en el inicio, cunado las técnicas recién están siendo descubiertas, o al final donde la energía espiritual es escasa.

De cualquier modo, eso no cambia su meta.

Hizo una pausa. Su mirada se volvió afilada, como si cortara el aire con pura lógica.

—Entiendo. Los humanos ya no los persiguen porque no saben de ustedes... Por otro lado… ¿hay algo más reciente que haya pasado?

McGonagall frunció los labios. A ella se le hacía incomodo tener una conversación tan sería con un niño, pero desde que comenzaron a hablar, a excepción de sus excentricidades, se puede decir que él es más maduro de lo que parece.

—Hubo… incidentes. No hace tanto tiempo. Un mago muy peligroso surgió que lo quería conquistar todo.

Luke ladeó la cabeza, como un gato que acaba de ver moverse una cuerda.

—Casi. Entonces no lo logró. Usted no estaría aquí con esta calma de otro modo. Así que fue derrotado.

McGonagall bajó apenas la mirada, sin confirmar ni negar. Su silencio lo dijo todo.

—Si fuera tan simple, ya lo habrían mencionado en clase de historia humana. Tal ve fue peligroso, pero su influencia no se extendió tanto —Se recostó ligeramente sobre el marco de la puerta, pensativo—. Fue alguien lo bastante poderoso como para amenazar a todos, ¿verdad? ¿Qué lo detuvo?

A McGonagall se le hacía raro que Luke se refiera a si mismo como humano, como si estuviera implicando que los magos eran otra raza.

—Primero que nada, llamamos a los que no pueden usar magia Muggles.

—Oh… Este joven maestro entiende.

McGonagall miró sus manos cruzadas.

—Volviendo al tema. Quien lo detuvo fue un bebé.

Luke alzó una ceja, ya sabiendo la respuesta.

—Harry Potter?

McGonagall abrió un poco los ojos de la sorpresa. Para el mundo mágico, eso era de conocimiento común, pero que él lo sepa no tenía sentido.

—¿Cómo lo supiste?

—Este joven maestro puede sentir su destino.

La maestra soltó un leve murmullo, pero decidió dejarlo ahí. Creyó que tal vez se debía a que él tenía algún talento para la adivinanza.

—Exacto, fue él.

Luke analizó:

—Un bebé sobrevive a un mago tan peligroso que casi destruye la forma en que ustedes existen.

Clavó la vista en McGonagall.

—Si un bebé lo detuvo, eso no tiene sentido. Debe de haber habido algo más. Un hechizo. Un sacrificio. Algo que el mago no esperaba.

McGonagall cerró los ojos un segundo.

—Eres bastante perspectivo. Su madre murió para salvarlo. Un sacrificio de amor. Una magia muy antigua.

El niño asintió. Sus ojos parecían encajar piezas invisibles.

—Hmp! Este joven maestro por supuesto entiende que nada en este mundo es gratis, todo tiene un costo. Es una de las reglas del universo que nisiquiera este joven maestro está dispuesto a desafiar. Otra forma de entenderlo es "la materia no se crea ni se destruye sólo se transforma", frase perfectamente ilustrada por el sabio Antoine Lavoisier.

Dijo Luke. No importa si estaba bajo una máscara de joven maestro, o si tal vez eran sus pensamientos reales, él siempre respetaría a los sabios ancianos del pasado que pusieron las bases de todo lo que existe en la actualidad.

—Entonces Harry se volvió un símbolo. Pero vive con muggles.

Lo dijo como si el dato no encajara con el resto.

—Si de verdad es tan importante, ¿por qué no lo protegen ustedes mismos?

McGonagall no respondió de inmediato. El silencio fue tan revelador como una confesión.

—Solo hay una razón lógica: el mundo mágico no es completamente seguro para él.

Su voz se suavizó, casi divertida.

—Déjeme adivinar. Vive con muggles porque algo en su sangre —la sangre de su madre— lo protege.

McGonagall parpadeó. Derrotada.

—Y si sale de ahí… lo perdemos.

El niño inclinó la cabeza, como escuchando una música que solo él oye.

—Entonces… si Harry necesita protección todavía, significa que ese mago oscuro no está muerto. Solo… escondido.

—Volverá —dijo McGonagall, en un susurro casi imperceptible.

Luke bajó la voz también.

—Y Harry es el único que puede enfrentarlo otra vez.

McGonagall lo miró, pero era como mirarse en un espejo que mostraba la verdad. Había orgullo, sí. Pero también un peso antiguo en su voz:

—Eres… increíblemente perspicaz.

Luke sonrió apenas.

—Solo es lógica, profesora. Simplemente tenemos que hacernos las preguntas correctas.

McGonagall guardó silencio por unos segundos que parecieron eternos.

La conversación continuo un poco más. Ella se había resignado, y contestaba las preguntas que él quisiera, siempre y cuando no fueran de temas sensibles. Solo cosas como el número de estudiantes, animales mágicos y un poco de historia.

Luego de que ambos estén satisfechos, ella se levantó.

—Voy a informar al director —dijo con voz baja pero decidida—. Esto… esto es más de lo que esperaba.

McGonagall no quería que este tema llegue a mayores. Pero si tienes a un chico increíblemente talentoso, inteligente y perspicaz, no te quedan muchas opciones.

Luke observó cómo la puerta se cerraba tras ella. Elizabeth se acercó a él desde la cocina, secándose las manos con un trapo.

—¿La impresionaste?

—Más bien la desestabilicé con razonamiento lógico.

—¿Y eso fue bueno?

Luke levantó el pulgar con orgullo, dándole una sonrisa victoriosa.

—Este joven maestro nunca falla. Ahora me toca lo más difícil, enfrentarme al maestro de secta. No, creí que eso sería lo más difícil, pero con lo que hable con la profesora de secta McGanagall. Ya lo tengo en el bolsillo, siempre y cuando sea como ella lo describe y no decida vaporizarme en un instante.

Elizabeth le sonrió.

—Vamos a necesitar más galletas para el viaje, ¿entonces?

—Que sean sin azúcar —respondió Luke, con una reverencia—. La secta Hogwarts conocerá de lo que es capaz el Clan del Té con Lavanda.

—Por favor, elije otro nombre.

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Hoy estuve libre así que escribí de más, pero los demás capítulos serán cortos.

Ahora denme piedras de poder para cultivar y alcanzar el dao de las novelas.

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